He visto vuestra ascensión y vuestra caída tantas veces que se ha convertido en una rutina molesta, en una molestia rutinaria.
Camináis por el mundo como si sólo fuera vuestro y no sois capaces de ver que vuestras cortas vidas no hacen sino envenenarlo.
Habláis de vuestras hazañas olvidando a quienes antaño lograron heroicidades mayores que las vuestras, alegando que eso forma parte del pasado, de la historia.
Bien, hoy os habla la historia y está asustada por vuestra triste ignorancia. Yo soy historia y lloro por vosotros.
El egoísmo y la avaricia son los estandartes de vuesta sociedad, una sociedad abocada a la destrucción. Os creéis poderosos porque con un sólo gesto podríais acabar con el mundo que os da vida...paradójico.
Anheláis la eterna juventud y disfrazáis la experiencia con pintura y cirugía.
Queréis vivir para siempre y no comprendéis que el verdadero inmortal no es el que nunca muere sino al que nunca se olvida.
No soy un dios y sin embargo parezco el único que escucha vuestras súplicas ante la inminente muerte.
Pues bien, mi poder no reside en mi capacidad de acabar con vuestra vida en un instante, no, eso ya lo hacéis vosotros.
Mi verdadero poder reside en ofreceros la inmortalidad en el mismo segundo en que pensáis que estáis muriendo.
Me alimentaré de vosotros sin remordimiento porque me da rabia miraros a los ojos en el momento antes de que vuestro corazón se detenga: es sólo entonces cuando os dais cuenta de lo que habéis perdido. Yo vivo cada instante de la eternidad con ese sentimiento de pérdida.
Camináis por el mundo como si sólo fuera vuestro y no sois capaces de ver que vuestras cortas vidas no hacen sino envenenarlo.
Habláis de vuestras hazañas olvidando a quienes antaño lograron heroicidades mayores que las vuestras, alegando que eso forma parte del pasado, de la historia.
Bien, hoy os habla la historia y está asustada por vuestra triste ignorancia. Yo soy historia y lloro por vosotros.
El egoísmo y la avaricia son los estandartes de vuesta sociedad, una sociedad abocada a la destrucción. Os creéis poderosos porque con un sólo gesto podríais acabar con el mundo que os da vida...paradójico.
Anheláis la eterna juventud y disfrazáis la experiencia con pintura y cirugía.
Queréis vivir para siempre y no comprendéis que el verdadero inmortal no es el que nunca muere sino al que nunca se olvida.
No soy un dios y sin embargo parezco el único que escucha vuestras súplicas ante la inminente muerte.
Pues bien, mi poder no reside en mi capacidad de acabar con vuestra vida en un instante, no, eso ya lo hacéis vosotros.
Mi verdadero poder reside en ofreceros la inmortalidad en el mismo segundo en que pensáis que estáis muriendo.
Me alimentaré de vosotros sin remordimiento porque me da rabia miraros a los ojos en el momento antes de que vuestro corazón se detenga: es sólo entonces cuando os dais cuenta de lo que habéis perdido. Yo vivo cada instante de la eternidad con ese sentimiento de pérdida.