Tuesday 28 October 2008

Las Brujas de Mayfair

Llueve. Llueve y hace viento como cuando la heredera del legado Mayfair muere.

Desde la ventana enrejada de mi lugar de trabajo contemplo cómo las gotas chocan contra las hojas de los árboles que permanecen algo verdes y desafiantes ante el otoño.

Miro el monitor del ordenador y echo en falta el pequeño elefante de peluche que me dieron en el McDonald's al pedir un Happy Meal. Fui al McDonald's sólo por el peluche, pero como me pasa con los peluches, siento que mereció la pena. El elefante se ha caído por detrás de la mesa y he tenido que agarcharme a cogerlo, pero lo he rescatado. Suena irónico, porque es un elefante asiático en peligro de extinción y pienso que al haberlo recogido del suelo he aportado mi grano de arena.

No parece que vaya a dejar de llover hoy. Tampoco me importa demasiado, al fin y al cabo he empezado el día con una hora sentada en la sala de espera del médico (gracias Esperanza, por todo lo que estás haciendo con la educación y la sanidad). Al menos llevaba conmigo La hora de las brujas en versión original y he tenido una placentera lectura que me ha llevado a Nueva Orleans sin salir del ambulatorio.

Leí las brujas de Mayfair con 15 años y ahora las retomo nueve años después y en su versión original. Saboreo la Anne Rice sureña, la Nueva Orleans cultural y llena de mezclas (y anterior al Katrina y la incompetencia de Bush). Recorro el Garden District con sus mansiones coloniales y paseo por el Barrio Francés (French Quarter) escuchando una música que me habla de la nostalgia del pasado. Ciudad de Mardi Gras y espíritu pecador, baluarte sureño lleno de cementerios que hablan de épocas de grandeza entremezcladas con esclavitud, conservadurismo y alegada endogamia.

No deja de llover, quizá una Mayfair acabe de morir en Nueva Orleans.