Madrugada delante del espejo.
El vestido y las medias en el suelo del baño, el bolso y los zapatos de tacón en la entrada.
Con un algodón húmedo se limpia los ojos. El rímel se difumina y tiene que insistir hasta que desaparece.
Se lava la cara con agua helada y mira su reflejo. Un cuerpo semidesnudo, una mujer, pendientes y tatuajes.
Ya no es una niña.
Camina por el pasillo sin hacer ruido y se tumba en la cama mirando el techo.
Todo parece moverse, aunque los efectos del alcohol ya van desapareciendo.
No, ya no es una niña.
Cierra los ojos y siente una lágrima resbalando por su mejilla: las lentillas, el humo, o simplemente la vida.
Ya no es una niña, pero...
es ahora cuando más teme dormir sola, porque ha conocido el sabor de la soledad y no es agradable;
es ahora cuando más teme la oscuridad, porque sabe que hay días en los que nunca amanece;
es ahora cuando más llora, cuando más se asusta, porque ha empezado a entender la verdad del mundo;
es ahora cuando más lee historias de amor, porque sabe que los príncipes azules no existen;
es ahora cuando más necesita que alguien le dé la mano, porque sabe que caerse duele.
Ya no es una niña, nunca volverá a serlo, pero le queda el consuelo de saber que alguna vez lo fue.
Friday 2 May 2008
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1 comment:
Ya no es una niña, pero es quizás ahora cuando más deseariamos volver a serlo.
Porque es ahora cuando entiendes que la soledad no se cura con abrazos. Que por mucho que lo desees, la vida no tiene finales felices, solo amargos o tolerables.
Y que los monstruos existen más allá de los sueños y la luz encendida de una lámpara no hará que se marchen.
No podemos volver a ser niñas, pero eso no quita que a veces pensemos que no estaría mal volver a serlo.
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