Monday 2 June 2008

La chica del depósito

C desplazó cuidadosamente el párpado hacia arriba, buscando la mirada perdida de la muchacha. Un ojo inerte, inexpresivo, le observó del otro lado. Era un ojo muerto, pero no por eso dejaba de ser bello. Se quedó observando el iris de color miel imaginando cómo le habría mirado de estar vivo, cómo cambiaría su tonalidad con la luz del sol, y qué habría sentido si ese ojo hubiera sido lo primero en encontrarse al despertar.
No era una mujer especialmente bella, pero sí atractiva. Había algo en sus facciones, sus lunares, sus cicatrices. Y qué pequeño parecía su cuerpo sobre la camilla de metal, qué frágil resultaba. Por un instante pensó en tomarla en brazos y llevarla lejos de aquel frío lugar. No, no era especialmente bella, pero tenía algo especial. Se quitó el guante de la mano derecha y acarició el rostro de la muchacha con delicadeza.
Una sábana blanca cubría su cuerpo a partir de las caderas, dejando a la vista un torso delgado. Llevaba un pendiente en el ombligo y las costillas se dibujaban como dos pequeñas elevaciones sobre la meseta de su vientre. Sus pechos eran pequeños. Toda ella era como una muñeca de porcelana a punto de romperse. No. Ya se había roto.
- ¿C? - preguntó A con expresión divertida -. Espero que no estés haciendo nada ilegal.
- No, sólo estaba mirándola. Parece tan...frágil. Es como las mujeres de los cuadros de Waterhouse. ¿Muy joven?
- 24 años, cumplidos hace poco.
C no podía apartar la mirada de la joven mientras volvía a ponerse el guante.
- ¿Tu primer suicidio, C?
- No, pero ella es distinta. Quizá porque es una chica tan joven. Yo tengo seis años más que ella, quizá la había visto por la calle, en un bar. No sé, quizá...
- Quizá podrías haberte enamorado de ella.
- Sí, quizá podría haberla salvado... - respondió casi en un susurro mientras contemplaba las heridas de las muñecas-. ¿Tardó mucho en morir?
- Los cortes de las muñecas eran bastante profundos, pero creo que se quedó inconsciente mucho antes. Habrá que comprobarlo pero quizá murió ahogada en la bañera. La analítica dice que estaba completamente drogada con calmantes. Quizá se durmió y se ahogó, o se desangró, o los calmantes las sumieron en su último sueño.
C tomó la mano izquierda en la suya y estudió el corte. Era una herida profunda, muy profunda. Estaba hecha siguiendo el sentido de las venas, vertical, de unos 10 centrímetos de longitud.
- ¿Dejó nota de suicidio?
- No - dijo A -, pero creo que no le hizo falta. Mira la muñeca derecha.
C contempló la muñeca derecha, la herida cortaba en dos un tatuaje que no sabía interpretar aunque los símbolos le resultaban familiares.
- Es hebreo - comentó A-. Pone algo así como paz, plenitud, bienestar. Da qué pensar, una herida mortal partiendo la palabra paz en dos creo que puede considerarse una nota de suicidio. O bien perdió la paz, o pensó que esta era la única forma de encontrarla. Sea como fuere, se aseguró bien de acabar con su vida: pastillas, cortes en las muñecas, en una bañera...¿Qué lleva a una chica así a hacer esto?
Mientras A cogía el instrumental, C acarició los amoratados labios del cadáver imaginándose qué habría sentido al besarlos.
- ¿Sabes? - comentó C tratando de apartar de su mente la imagen de la joven -. Creo que lo que ponga en el informe de la autopsia da igual. Esta chica no murió desangrada, por sobredosis o ahogada.
- ¿No? Entones, ¿de qué murió?
- Esta chica murió de sí misma.

11 comments:

Anonymous said...

Es curioso, esta mañana le eché un ojo rápido y creí leer algo se Shalom, y ahora no lo veo. Jajaja.

Me encanta, de verdad. Resulta muy frio, así desde un punto de vista Médico-racional, y por otro lado se intuye el calor de la búsqueda del personaje.

No me suelen gustar los relatos goticosos sobre suicidios, pero este me resulta muy elegante, nada lastimero.

Eneriel said...

He retocado el relato varias veces desde esta mañana. Últimamente me estoy gotiquizando (toma palabra) bastante,no te preocupes que no me vestiré con vinilo ni con zapatones con hebillas, je.

Llevo un tiempo algo desubicada y este relato me ha salido casi solo, aunque no es el primero que hago sobre suicidios. Vaya, espero que no me tomen por una emo.

Anonymous said...

Míratelo. En poco te vemos con un corte de pelo extraño, escuchando Tokyo Hotel.

Eneriel said...

No creo que me vuelva emo,pero si se me pone cara de pena y me da por escuchar Tokyo Hotel me lo haré mirar...si caigo en sus redes, sacrificadme a un dios pagano, preferiblemente a Apollo (el de BSG,jeje).

Luis said...

¿Cosas que piensas en la ducha? Esto último es más de bañera y grifo abierto.

Eneriel said...

Sí que es más de bañera y grifo abierto, sí. Pero es que me suelo inspirar cuando estoy en la ducha, no siempre, claro. Por ejemplo, en la ducha de tu casa romana no podía cocnentrarme lo suficiente porque tenía que estar pendiente de no inundar el baño y de que la cortina no se me pegara al cuerpo, jeje.

Ronin said...

Pero bueno! ¿¿Desde cuando estaís hablando de mujeres en la ducha y no me habeís avisado??

jum....

Ronin said...

Y si, Irene es una emo, pero siempre lo negará.

EMOS POWAH!

Anonymous said...

Venga, ahora llega la hora de meternos con Irene jajaja.

Harry Potter blablabla Tokyo Hotel blablabla AGHRHR!!!

Ronin said...

"No, no fueron los aviones. Fue la belleza lo que mató a la bestia"

Mer said...

Ando super agotada tras demasiadas horas de estudio y apunto de irme a dormir pero me ha encantado tu historia.
Es muy fria con un cierto tono macabro (más que nada porque C anda al borde de la necrofilia)pero a la vez muy elegante y nada ñoño. Muy bueno.